El tiempo va pasando, dejando marcas y otras arrugas a su paso. Uno se apunta a la Hermandad, a la cual pertenece su antecesor, un familiar o un amigo, y se le asigna un número, el siguiente al último. Pero el tiempo pasa, y va poniendo años sobre el rostro a la vez que va restando números de la lista. Cuando menos te lo esperas, uno se sorprende al comprobar que eres el numero uno de la lista de tu hermandad; eso es algo inevitable, y no siempre es bueno, pues significa que eres de los más mayores de la Hermandad, el que mas Semana Santas ha vivido, el que más anécdotas puede recordar, el que más consejos te puede dar y el que más respeto merece a la hora de pedir la palabra.
El hermano Ángel Fernández Redondo, nacido en Medina de Rioseco, pertenece a la Hermandad desde mil novecientos cincuenta y uno, hijo, padre y abuelo de hermanos, orgulloso de que sus descendientes sigan sus pasos, esos mismos que recorremos todos los hermanos cada Viernes Santo, por un camino de luz y de cera.
El problema que tiene la edad es que uno no siempre hace lo que quiere, sino lo que la edad le permite hacer, me hubiera gustado hablar con él, preguntarle cómo fueron sus inicios en la Hermandad, como ha evolucionado la misma con el paso del tiempo, que anécdotas curiosas recordaba y muchas cosas más. Por culpa de la memoria, no ha podido ser; de todas formas quiero que estas palabras sean un homenaje para él, porque seguramente en un rinconcito de su corazón llevara la memoria del Santo Sepulcro, junto con la de sus hijos y su nieto, un Viernes Santo, vestidos de puro lienzo blanco con el farol en la mano.
Ángel Fernández Redondo, los años vuelan de una forma aterradora, para todos, donde la vejez nos espera desvelada. Tal vez esta no sean las mejores palabras, pero seguro, que son las más sinceras, que el Santo Sepulcro ilumine tu camino.
L. FERNANDO DE SANTIAGO BADÁS.